Por Karina Reyes Priciliano
Es un hecho que la desaparición o preservación de la riqueza cultural de un pueblo depende de todos. Sin embargo, esto no se ha entendido completamente; aun persisten costumbres que laceran la riqueza cultural de todas nuestras comunidades.

Atender o mejor aún, vivir dentro de esta discrepancia cultural resulta un reto por demás arduo y determinante para cualquier persona; se necesita de una actitud enérgica y de una voluntad ferrea y comprometida con la realidad. Actitud y voluntad que encontramos en Margarita de la Vega Lázaro, quien es maestra en Docencia y Administración de la Educación Superior; y ha realizado enormes esfuerzos a través de su vida, para preservar la lengua y cultura otomí, siendo promotora bilingüe -en servicios integrados de educación en el departamento de educación indígena-, directora del Colegio de Lenguas y de Cultura Indígena en el Instituto Mexiquense de Cultura, directora de división en la licenciatura de Lengua y Cultura en la Universidad Intercultural del Estado de México, además de fungir como enlace de la Continuación General de Educación Intercultural Bilingüe de la SEP del Estado de México y Coordinadora de la Fundación Cultural Otomí en el municipio de Temoaya, entre otras actividades. Al respecto nos dice:
¨De pequeña en mi pueblo por un lado me prohibían hablar la lengua otomí, y por el otro, mis maestros de la universidad decían: lo que tú sabes no lo encuentro en ningún libro no lo abandones… ¡Practícalo!¨
En 1985 después de diversos esfuerzos políticos y profesionales se incorpora en la educación indígena, y aunque su primer encuentro es un tanto desalentador, esto no le desanima:
¨Se suponía que este departamento de servicios integrados de educación bilingüe manejaba la enseñanza de la cultura de la lengua, pero era meramente el terminó y me di a la tarea de registrar y difundir mi lengua. También me interesé en investigar sobre mis orígenes, la cultura otomí y en especial la incorporación de los programas culturales a nuestra lengua.
Es sumamente interesante la trayectoria de esta mujer tan talentosa, me resulta interesante sobre todo cómo de una ciencia centrada tradicionalmente en aspectos físico-ambientales como la geografía, puedan desprenderse intereses como el rescate de una cultura.
Karina Reyes: ¿Cómo relaciona la geografía con el estudio de la lengua otomí en esta época?
Margarita de la Vega: Dentro de las materias que tuve en geografía lo que me llamo mucho la atención era la cartografía, el cómo hacer y buscar la vocación del suelo para darle alternativas a la gente de mi comunidad y de otros pueblos. Lo anterior buscaba cómo decirlo en otomí pero era complejo y mucha gente decía que la lengua otomí no se escribía, siendo esto un mal entendido, porque sabemos que el dialecto es la forma particular de escribir o hablar un idioma y en ese sentido cuando incursione en buscar las estaciones del año y la clasificación del suelo me sorprendí, pues en mi lengua encontraba su equivalencia.
K. R.: ¿Cómo realiza el proceso para registrar su lengua?
M.V.: Mi maestro de geología, me decía que no me limitara cuando no encontraba el término en otomí para la clasificación de las rocas, las capas de la tierra y otros detalles. Los profesores fueron dándome esa pauta para fortalecer la lengua, pero fue gente ajena a la comunidad. En el uso de la tecnología la limitante que enfrentamos los maestros que escribimos es que no existen materiales para el registro especial de la lengua: el otomí es muy tonal y la computadora no tenía esos signos, así que buscamos como realizar el registro y con el paso del tiempo al involucrarse con gente que tenía el conocimiento y el equipo nos fuimos familiarizando, ahora sí, con la tecnología. Posteriormente logramos publicar el primer diccionario otomí-español dentro del Instituto Mexiquense de Cultura.
K. R.: ¿Qué opina de que existan más investigaciones etnológicas en México, por parte de extranjeros que de mexicanos?
M. V.: Cómo las tenemos no queremos saber nada de ellas; en cambio la gente que viene del extranjero quieren saber la riqueza de todos los grupos étnicos. Somos muy malinchistas; como sabemos que lo tenemos, pensamos que no es importante hacer trabajos de investigación. Me he encontrado con unos profesionistas que hacen supuestamente investigación y sólo asisten a las plazas cívicas, pero lo rico esta en las comunidades, por ello los extranjeros valoran la investigación de campo.
K. R.: ¿Cómo lidió con la política sin perder de vista su compromiso social?
M. V.: La cultura me ha dado la seguridad de desenvolverme en los diferentes niveles de gobierno donde el ser auténtica, honesta y el valorar mis orígenes me permitió nadar como pececito, sin tener que decir que un partido político es más o menos. Me conduzco con respeto a todas las ideologías y ésto ha permitido trabajar con todos los colores.
K. R.: ¿Cómo se define Margarita de la Vega Lázaro?
M. V.: Es una mujer que así tenga que guardarse sus lágrimas debe reír para salir adelante, porque esta esperando lo nuevo que va a realizar Margarita. Iniciar es fácil pero mantenerse es una situación que cuesta mucho trabajo, en ocasiones lágrimas o malos ratos. Mi familia me da ese valor para continuar después de una caída, hay que descansar pero para continuar.
Finalmente, debo decir que las palabras y en especial el rostro de Margarita de la Vega Lázaro siempre expresaron el privilegio de pertenecer a un grupo de gran riqueza cultural, como lo es el otomí.
¨si tienen algo que transmitir a sus hijos o a las nuevas generaciones háganlo, mientras no sea una situación de menosprecio a nuestros orígenes. Cuando veamos a una mujer o a un hombre otomí, con su indumentaria no los hagamos aún lado. Los invito a que reafirmen su identidad.