Revista Actual

Feria anual, Temoaya 2011

Fotografías de la feria que realiza cada año con motivos del santo patrono Santiago apóstol en municipio de Temoaya.

Gente de todas partes disfruten del espectáculo cultural que se presenta, juegos mecánicos, pirotécnicos y no faltan los antojitos típicos de estas regiones, así como la venta de productos hechos por manos Temoayences.



















Feria del 25 de Julio al 7 de agosto

Significado de Medousa

De Medousa sólo nos queda un insípido recuerdo y unos prejuicios malogrados; imágenes borrosas que confunden y se funden dentro de una mala apreciación simbólica. En este breve texto, trataré de recuperar y “re-construir” –en la medida de lo posible-, aquella carga significativa de tan temida y vergonzosa palabra:

 
La historia que tradicionalmente conocemos es que Medousa fue un monstruo que vivía en las ruinas del templo de algún Dios en los confines de la Tierra; que cierto día llegó un “héroe” muy inteligente que después de una lucha ardua y sangrienta, logró cortarle la cabeza, la cual utilizó en una batalla posterior para salvar a una damisela en apuros.

En la versión más conocida del mito, Medousa fue originalmente una hermosa mujer, que servía en el Templo de Atenea. Poseidón como buen dios griego, se obsesionó con ella y la sedujo o mejor dicho, la violó; cuando Atenea se dio cuenta de lo sucedido decidió desquitarse de Poseidón y transformó a Medousa en el horrible monstruo que conocemos hoy en día. Mientras Medousa sufría el castigo de Atenea y del consecuente embarazo a raíz de la violación que sufrió, Perseo le asesinó con la ayuda de Hermes y Atenea; al morir Medousa nacieron sus hijos: Pegaso y el gigante Crisaor. Perseo usó la cabeza de Medousa para rescatar a Andrómeda, finalmente obsequió la cabeza a Atenea quien la colocaría y exhibiría en su escudo, la égida.

Pero vayamos un poco más despacio y veamos cómo Medousa lejos de ser la mujer doliente, violenta, violentada, sanguinaria, perversa e irracional que conocemos, es más bien, un símbolo con una carga significativa bastante rica e interesante, que nos convendría pensar y meditar:

En primer lugar, si tomamos algunos diccionarios o nadamos un poco en la internet, encontraremos que Medousa era una Gorgona (en griego antiguo γοργώ gorgō o γοργών gorgōn, ‘terrible’), un monstruo y deidad protectora que procede de los relatos religiosos más antiguos de Grecia; un ser femenino que junto a sus dos hermanas (Esteno y Euríale), estaba destinada a proteger los “tesoros” de la Tierra. Medousa era la única mortal, pero como “buena Gorgona” poseía garras de bronce, alas de oro, colmillos de jabalí y exhibía una horrible cabellera de serpientes, además de que sus ojos tenían el poder de “petrificar” a todo aquel que se atreviera a mirarlos; en otras palabras, las Gorgonas eran tan horribles y peligrosas porque estaban naturalmente dispuestas para proteger hasta la muerte aquello que les había sido encomendado; a decir, los “tesoros” de la Tierra, que desde mi punto de vista, tienen que ver con la sabiduría y el conocimiento de la naturaleza.

Por otro lado, la voz Μέδουσα (Medousa) proviene del griego antiguo y originalmente es un participio del verbo μέδω (medo), que en español podría leerse como: meditar, regir, mandar, proteger, etcétera; por lo que etimológicamente la palabra podría significar: “la que manda o rige”; estando perfectamente en consonancia con la descripción que hace Pausanias en su Libro II, de su descripción de Grecia; de donde podríamos concluir que la Medousa que conocemos es más bien una versión dramática de una hija que a la muerte de su padre el rey, tomó el poder del reino, cerca del lago Tritonide (Libia); y que finalmente durante unas campañas militares, habría muerto a manos de Perseo, un príncipe del Peloponeso.

La definición etimológica también nos dice que Medousa significa: “Guardiana o protectora”. Por lo que Medousa sería aquel ser que defendía, protegía o resguardaba del “mal”. De hecho, se sabe que en la Grecia antigua se utilizaba la imagen de las Gorgonas como un “artilugio que alejaba el mal” (símbolo apotropaico): a la entrada de las casas, de las bodegas o de algún sitio que contuviera algo de valor se colocaba una imagen de alguna Gorgona tallada en piedra o madera para que les protegiera del mal, -algo así como nuestra famosa “herradura”-.

De Medousa quedan muchos temas por explorar; como buen mito la carga significativa no se agota con unas líneas, sino que a cada respuesta le viene una nueva pregunta. Podrían abordarse temas relacionados con el espejo, los reflejos, la muerte, los celos, el machismo de Poseidón, el feminismo mal entendido de Atenea, entre otros muchos temas…

Retomando todo lo que implica Medousa y traspolando los símbolos y valores de este ícono al siglo XXI, podríamos convenir que Medousa significa: mujer que no teme mostrar su lado sexual, sensual o pasional, su lado instintivo. Mujer arraigada fuertemente a las cosas de la Tierra. En suma, mujer que no necesita de garras o colmillos para defenderse, porque ha aprendido a utilizar el conocimiento -del que es guardiana-.
Medousa pues, simboliza esa entrega y ese arrojo para defender la cultura en todas sus expresiones humanas; y este es el sentido que queremos “rescatar”. Convertirnos en protectores y utilizar todos los medios posibles para llevar a cabo nuestra tarea; pero no sólo eso, aprender a utilizar aquello que defendemos, darle forma y reconstruirlo con el paso de los años. En suma, volvernos agentes de cultura; críticos y conscientes de nuestra tarea; y por ello, responsables de nuestros actos. Medousa es el pretexto perfecto para concientizarnos…

Conferencia

Por Abelardo Hernández Millán

En la media hora que hemos estado platicando, - explicaba a su auditorio el científico especialista en la materia -, la Tierra ha recorrido 470 kilómetros en su trayectoria de traslación alrededor del sol. Con razón desde hace un buen rato me entró de lleno la nostalgia, - dijo para sí un aburrido asistente -.

Encuentro



 Por Abelardo Hernández Millán

La gran marcha se dirige desde Chiapas a la capital del país. La componen miles de indígenas y campesinos. Después de dos días de camino llegan por fin al Distrito Federal. Ahí espera una nutrida muchedumbre. Dos cuadras antes del Zócalo me uno al contingente y marcho con ellos a la vanguardia. “¡Zapata vive!, ¡la lucha sigue!”, grito a coro con los demás. En la siguiente cuadra, una conocida me descubre y se apresura a abrazarme emocionada. “¡Vienes caminando desde Chiapas!” me dice conmovida. Incapaz de decirle la verdad, la abrazo y lloro con ella.

Sobrevivencia



Por Abelardo Hernández Millán

Los cazadores de gorilas crearon un código de sonidos bucales –semejante a un “cloc cloc”- para comunicarse entre sí y protegerse de un posible ataque de los simios. Después de algún tiempo, los guardianes de gorilas inventaron nuevas señales –parecidas a un “bam bam”- a fin de transmitirse mensajes ante el eventual asalto de los primates o la cruenta acometida de los cazadores. A su tiempo, los gorilas se dieron cuenta de las tácticas que empleaban unos y otros. Entonces concibieron un nuevo lenguaje que les permitió desplegar una ofensiva total y terminar con el acoso de tramperos y vigilantes -algo así como un “chist chist”.

Hallazgo


Así que viene usted por lo del anuncio del periódico. En otras circunstancias, tendría yo que notificarle que dejara sus datos personales para contactarlo en el momento oportuno; y, en caso de que fuera aceptado, avisarle que se presentara en esta oficina en horas hábiles para firmar de común acuerdo el contrato laboral.También le hubiera pedido que nos diera una copia de su curriculum vitae, como marca el protocolo. Pero veo que nada de esto es necesario. A simple vista se aprecia que cumple usted con los requisitos estipulados en la convocatoria. Déjeme asentar el visto bueno en el oficio respectivo. Es una mera formalidad, señor Eslabón Perdido

El último placer del escritor Alejandro Ariceaga Rivero



 Por Alejandro Ariceaga González

Esta remembranza aloja recuerdos de “espíritus”, habitantes en el alcohol, devoradores de carencias. Emociones pasadas y presentes, placeres y perversiones en donde cada trago libera miles de engaños y remordimientos; alimentando a esos espíritus, compañeros eternos de nosotros.


Oigo una voz que me transporta a algún bar, y, le miro con una botella, un cigarro y un bolígrafo. ¿Qué más necesitó?; siempre fue aliado de la palabra y el sentir coloquial. Creció en las vecindades y vivió en las calles. Genio e intrépido de las letras toluqueñas, un ícono entre los escritores. Su palabra refleja la suculencia del vivir.


Nació a finales de los 40´s por el mes de mayo en la ciudad de Toluca, cuando ésta era aun un “pueblo grande”. Desde pequeño mostró vocación para la exuberancia a pesar de la carencia de recursos; pero es en la adolescencia cuando sus pasos estuvieron llenos de libertad y letras, sin imposiciones sociales y dejando que su discurso se desbordara en un caudal de sentimientos y percepciones; constituyéndose como un claro ejemplo de que la perspicacia existe, sin márgenes de clases o estudios académicos (tal vez la sutileza de un buen escritor reside en tomar las cosas de la manera más sencilla posible incorporándolas a la personalidad propia).


Siempre libre, construyó su propia escritura y configuró las proporciones de su juicio sin necesidad de permanecer en esos claustros llamados escuelas. Autodidacta cuya pasión se centró en los placeres de la lectura y la vida. Visionario que entendió que la ciudad necesita todo tipo de artistas. Trabajador que supo construirse - gracias a su astucia política -, un espacio para engendrar su obrar. Ejemplo para muchos, suertudo para otros.

Cómo olvidar la personalidad de un hombre repleto de experiencias?, ¿cómo no verlo si brilló en el centro de Toluca? Siempre con algo que contar: cuentos y narraciones surgidos de lo más íntimo de su ser. Siempre alguien en sus labios: aquellas personas del barrio y de las calles, aquellas que raras veces entran en las élites, personas sobreviviendo con el pesar de México. ¿Él? Siempre tocando puertas, hurgando en espacios que se desbordaban en los excesos; compartió con “ellos” y trasgredió juicios morales y ataduras espirituales.

Mi padre fue un hombre digno de la soledad que lo poseía, la cual amortajó en todos sus textos; un alma en vías de lo inconmensurable, que habló de sensualidad a la muerte

Entre el origen y el orgullo: Margarita de la Vega Lázaro


Por Karina Reyes Priciliano


Es un hecho que la desaparición o preservación de la riqueza cultural de un pueblo depende de todos. Sin embargo, esto no se ha entendido completamente; aun persisten costumbres que laceran la riqueza cultural de todas nuestras comunidades.

Desde hace tiempo algunas familias prohiben a sus hijos hablar en la lengua de la región, piensan que si uno deja de hablar su lengua y de comer su comida, entre otras cosas, dejaran de existir esas características étnicas que averguenzan y nos hacen menos. Aunque también hay personas que afanosamente se dedican al rescate de esa riqueza, de ese sentimiento, de ese mundo, que si bien se perciben con poca fuerza, en realidad han logrado mantener a flote lo que denominamos el México tradicional, el México multiétnico, nuestra casa.

Atender o mejor aún, vivir dentro de esta discrepancia cultural resulta un reto por demás arduo y determinante para cualquier persona; se necesita de una actitud enérgica y de una voluntad ferrea y comprometida con la realidad. Actitud y voluntad que encontramos en Margarita de la Vega Lázaro, quien es maestra en Docencia y Administración de la Educación Superior; y ha realizado enormes esfuerzos a través de su vida, para preservar la lengua y cultura otomí, siendo promotora bilingüe -en servicios integrados de educación en el departamento de educación indígena-, directora del Colegio de Lenguas y de Cultura Indígena en el Instituto Mexiquense de Cultura, directora de división en la licenciatura de Lengua y Cultura en la Universidad Intercultural del Estado de México, además de fungir como enlace de la Continuación General de Educación Intercultural Bilingüe de la SEP del Estado de México y Coordinadora de la Fundación Cultural Otomí en el municipio de Temoaya, entre otras actividades. Al respecto nos dice:

¨De pequeña en mi pueblo por un lado me prohibían hablar la lengua otomí, y por el otro, mis maestros de la universidad decían: lo que tú sabes no lo encuentro en ningún libro no lo abandones… ¡Practícalo!¨

En 1985 después de diversos esfuerzos políticos y profesionales se incorpora en la educación indígena, y aunque su primer encuentro es un tanto desalentador, esto no le desanima:

¨Se suponía que este departamento de servicios integrados de educación bilingüe manejaba la enseñanza de la cultura de la lengua, pero era meramente el terminó y me di a la tarea de registrar y difundir mi lengua. También me interesé en investigar sobre mis orígenes, la cultura otomí y en especial la incorporación de los programas culturales a nuestra lengua.

Es sumamente interesante la trayectoria de esta mujer tan talentosa, me resulta interesante sobre todo cómo de una ciencia centrada tradicionalmente en aspectos físico-ambientales como la geografía, puedan desprenderse intereses como el rescate de una cultura.

Karina Reyes: ¿Cómo relaciona la geografía con el estudio de la lengua otomí en esta época?

Margarita de la Vega: Dentro de las materias que tuve en geografía lo que me llamo mucho la atención era la cartografía, el cómo hacer y buscar la vocación del suelo para darle alternativas a la gente de mi comunidad y de otros pueblos. Lo anterior buscaba cómo decirlo en otomí pero era complejo y mucha gente decía que la lengua otomí no se escribía, siendo esto un mal entendido, porque sabemos que el dialecto es la forma particular de escribir o hablar un idioma y en ese sentido cuando incursione en buscar las estaciones del año y la clasificación del suelo me sorprendí, pues en mi lengua encontraba su equivalencia.

K. R.: ¿Cómo realiza el proceso para registrar su lengua?

M.V.: Mi maestro de geología, me decía que no me limitara cuando no encontraba el término en otomí para la clasificación de las rocas, las capas de la tierra y otros detalles. Los profesores fueron dándome esa pauta para fortalecer la lengua, pero fue gente ajena a la comunidad. En el uso de la tecnología la limitante que enfrentamos los maestros que escribimos es que no existen materiales para el registro especial de la lengua: el otomí es muy tonal y la computadora no tenía esos signos, así que buscamos como realizar el registro y con el paso del tiempo al involucrarse con gente que tenía el conocimiento y el equipo nos fuimos familiarizando, ahora sí, con la tecnología. Posteriormente logramos publicar el primer diccionario otomí-español dentro del Instituto Mexiquense de Cultura.

K. R.: ¿Qué opina de que existan más investigaciones etnológicas en México, por parte de extranjeros que de mexicanos?

M. V.: Cómo las tenemos no queremos saber nada de ellas; en cambio la gente que viene del extranjero quieren saber la riqueza de todos los grupos étnicos. Somos muy malinchistas; como sabemos que lo tenemos, pensamos que no es importante hacer trabajos de investigación. Me he encontrado con unos profesionistas que hacen supuestamente investigación y sólo asisten a las plazas cívicas, pero lo rico esta en las comunidades, por ello los extranjeros valoran la investigación de campo.

K. R.: ¿Cómo lidió con la política sin perder de vista su compromiso social?

M. V.: La cultura me ha dado la seguridad de desenvolverme en los diferentes niveles de gobierno donde el ser auténtica, honesta y el valorar mis orígenes me permitió nadar como pececito, sin tener que decir que un partido político es más o menos. Me conduzco con respeto a todas las ideologías y ésto ha permitido trabajar con todos los colores.

K. R.: ¿Cómo se define Margarita de la Vega Lázaro?

M. V.: Es una mujer que así tenga que guardarse sus lágrimas debe reír para salir adelante, porque esta esperando lo nuevo que va a realizar Margarita. Iniciar es fácil pero mantenerse es una situación que cuesta mucho trabajo, en ocasiones lágrimas o malos ratos. Mi familia me da ese valor para continuar después de una caída, hay que descansar pero para continuar.

Finalmente, debo decir que las palabras y en especial el rostro de Margarita de la Vega Lázaro siempre expresaron el privilegio de pertenecer a un grupo de gran riqueza cultural, como lo es el otomí.

¨si tienen algo que transmitir a sus hijos o a las nuevas generaciones háganlo, mientras no sea una situación de menosprecio a nuestros orígenes. Cuando veamos a una mujer o a un hombre otomí, con su indumentaria no los hagamos aún lado. Los invito a que reafirmen su identidad.

Breve aproximación a la mujer mazahua


por Joaquín Sánchez Blas

Algunos historiadores aseguran que los mazahuas provienen del norte de la República, de la mística Chicomoztoc, ciudad de las siete cuevas,  que fue invadida por otras tribus “superiores”, dando origen a un éxodo de tribus hacia el sur del país. Junto con los otomíes los mazahuas fueron los pobladores más antiguos de la región  central, aunque algnos estudiosos piensan que los mazahuas fueron últimos en llegar a esta región.

Motolinia nos dice: ¨Los primeros propios moradores de la Nueva España eran gentes que se llamaban chichimecas y otomíes¨.

Los anales de Cuautitlán hablan de una migración acaecida en el año 538 d. c., en la que venían cinco tribus cuyos jefes eran: Eecatl, Cohuatzon,  Mazacoatl, Otzxiucoatl, Tlalpanhuitz y Huitz. El tercero de ellos se  identifica  como el caudillo  de los mazahuas.

El mismo autor afirma que los mazahuas ocuparon este valle al mismo tiempo que los matlatzincas, hacían lo propio en el valle de Toluca, estableciéndose en las faldas del Xocotepetl  (Xocotitlan).

En la época prehispánica Japui, nombre original mazahua, fue el asentamiento del grupo étnico mazahua, al que después le impusieron el nombre náhuatl de Ixtlahuaca, perteneciente al señorío de Jocotitlán, del cual fue tributario.

Se llaman mazahuas, no por la etimología: mazatl, venado y huac, dueño o poseedor; dueño  o poseedores de venados. Fray  Bernardino de Sahagún nos dice: ¨ que el nombre de mazahuas se le atribuye a su caudillo Mazacoatl y Mazahuacan: lugar de donde residen los mazahuas, por lo que se descarta el significado etimológico.

Pequeños grupos  se dispersaron por esta extensa zona, instalándose  en los cerros, cuevas, cerca de los ríos, manantiales o lagunas, formando  grupos familiares o calpullis. Los mazahuas se llaman así  mismos ¨hñato¨: el que habla mazahua, lo  verdadero.

Fueron conquistados por los toltecas, chichimecas,  y por los aztecas de la Triple Alianza, dependiendo del señorío de Tlacopan (Tacuba), perdiendo su estado nómada al tener contacto con las civilizaciones del Altiplano, pasando a ser  sedentarios y construir chozas y cultivar la tierra. En  estas actividades participaba la mujer mazahua, ayudando a su pareja, levantando  o cargando bultos pesados. Tanto el hombre como la mujer utilizaban  el “ceñidor”, que es una faja estructurada de lana o algodón y labrada. Se la colocaban  dando cuatro o cinco vueltas  en la cintura, para protegerse de un  desgarre abdominal (hernia), así como para sostener el hombre su calzón de manta y la mujer sus enaguas. Además la mujer se encargaba de cocer en una olla de barro el maíz con cal (nixtamal), prender el fogón, colocar el comal y moler en un metate el nixtamal para ir colocando las tortillas, que ya cocidas se  colocaban en el chiquihuite.
Además preparaba el almuerzo o desayuno, la comida y la cena. Aseaba la casa, lavaba la ropa y cuando estaba criando lavaba pañales, tenía su telar de cintura para tejer la tela que utilizaba para sus faldas o zarapes, etc., en fin el quehacer de la mujer era agobiante.

Fray Bernardino de Sahagún nos describe la vestimenta de la mujer mazahua: ¨El huipil les llegaba hasta las rodillas y las enaguas eran tan largas que les llegaban en los tobillos. Estas prendas eran de algodón, lana o ixtle, finamente tejidas, algunas mujeres llevaban  uno o dos huipiles, según las posibilidades de cada una¨.

Una prenda indispensable de la mujer mazahua era el quesquemetl, también de lana o algodón con bordados multicolores que eran verdaderas obras de arte de hábil inspiración, hasta la fecha tiene demanda dentro y fuera del país.

Después de la conquista española, hasta mediados del siglo XX la mayoría de las mujeres mazahuas usaban una blusa ampona de charmés con colores subidos y brillantes con adornos de encaje, sueltas hasta la cintura. La enagua y chincuete, eran de color azul o negras con rayas blancas, que confeccionaban en los telares rústicos  de cintura, eran puestas a los tobillos se hacían en la cintura siete pliegues (de ahí el  nombre de chincuete, siete vueltas) y la sujetaban con una faja demasiado  larga, también de lana o algodón, que alcanzaba a dar cuatro o cinco vueltas, también llamado ceñidor, bordado de figuras de pájaros, estrellas, flores o venados con colores muy llamativos.

De sus oídos colgaban arracadas  de oro o plata, casi siempre de filigrana  con figuras de pájaros  o palomas con los piquitos juntos. El cuello lo adornaban con gargantillas  de cuentas de vidrio multicolores (de 10 ó 12 hilos) que caían sobre sus pechos.

En la época colonial agregaron el rebozo, que daba a la mujer mazahua una personalidad especial, resaltando su belleza, además le servía de abrigo, adorno o de cuna amorosa.

El cabello bien peinado de un negro brilloso debido a que utilizaban el unto (grasa cruda de cerdo) adquirida en las carnicerías. En realidad las prendas de la mujer mazahua eran de una elegancia original y muy hermosa. Lamentablemente la influencia de la moda moderna ha ido terminando  con esta bella tradición. Algunas mujeres mazahuas llegan a avergonzarse no sólo de este hermoso atuendo, sino también de su lengua, ambos heredados por sus antepasados y lo mismo  con su lengua. Sin embargo, hay quienes aún lucen con orgullo y conservan la  tradicional vestimenta mazahua

Historia de Calle Real del municipio de Temoaya



Por Roberto García Sánchez


En el presente artículo se narran los datos trascendentales de la localidad de Calle Real, un pueblo de reciente creación dentro del municipio de Temoaya, sin embargo, el espacio en el que se localiza cuenta con una historia de varios siglos, por ejemplo, en su nombre retoma la palabra “Real”, que tuvo su auge en la época de la colonia.

Calle Real, se ubica a cinco kilómetros al noreste de la cabecera municipal de Temoaya, por la carretera que va de Temoaya al municipio de San Juan Jiquipilco, tiene una población de 1,332 habitantes y 263 viviendas; se encuentra localizada en el norte del Valle de Toluca a una altitud de 2670 m., el origen de la población es del pueblo de Loma Alta, ubicado en la región otomí del antiguo Xiquipilco, actualmente (Jiquipilco el Viejo), de manera posterior Temoaya se constituyo cabecera municipal, de donde partían muchas personas de viaje, visita familiar o de trabajo a San Juan Jiquipilco, o hacia el norte del estado.

De acuerdo al Diccionario Etimológico la palabra “Real” significa que tiene existencia efectiva, tomada del latín rehalís, que se deriva de res, que significa cosa, en este sentido “real” significa que son una realidad, que son naturaleza. Esta palabra aparece citada en el “Quijote de la Mancha” como adjetivo, realmente, cuyo uso parece haber precedido al adjetivo real.

En la Enciclopedia Universal Ilustrada, la primera y segunda acepción del latín realis, real significan lo verdadero y regalis real o perteneciente al rey, así como existencia verdadera. Se usa como adjetivito indistintamente antes o después del nombre en águila real, familia real, corona real, poder real, navío real, palacio real, pavo real, real hacienda, moneda real, etc.

En la Nueva España surgieron palabras como, camino real, calle real, real de minas, real de arriba, mina real, aduana real, real de Sultepec y también la de moneda real, o la denominación de ocho reales etc. Palabras que se siguieron utilizado durante la época de México independiente y en algunos casos ciertas localidades conservan esos nombres. En el caso de la ciudad de Toluca hacia el año de 1791 tenía una plaza mayor, con siete casas, ocho calles, treinta y siete callejones.

Una de las calles se llamaba Calle Real de San Juan. Era la de mayor extensión y comprendía 61 casas en 6 cuadras. Actualmente avenida de independencia, donde posiblemente se originó el nombre de Calle real.

En el caso del municipio de Temoaya, este territorio lo cruzaban tres caminos reales, uno que era el camino de México a Morelia, otro era el de Toluca a Jilotepec e Hidalgo por la pate media y baja del Valle de Toluca, el cual cruzaba el puente de La Melera y el otro era el camino que bordeaba la montañas y unía a Lerma, Xonacatlan, Villa Cuauhtémoc, Temoaya, San Juan Jiquipilco y proseguía a san Bartolo Morelos.

Camino Real y San Juan Jiquipilco comparten su origen, pues les relaciona la encomienda y la religión que durante el siglo XVI los vecinos de Temoaya, tenían que acudir hasta San Juan Jiquipilco por servicios religiosos, cruzando montes y barrancos.

Una de las propiedades más cercanas a la zona de Calle Real era el “Rancho Viejo” ubicado en la actual Delegación de Cerrito del Panal, que durante mucho tiempo fue propiedad de familias españolas y después de criollos y mestizos, es una propiedad vecina de Calle Real. El Camino Real permaneció despoblado hasta el siglo XX, pues se comenta que a las primeras personas se les hacía difícil vivir en este lugar, por la presencia de algunos seres sobrenaturales como la llorona que se escuchaba en temporada de lluvia y el nahual, que se les aparecía a las personas y se los lleva para la barranca o para el monte. Se cuenta que a un vecino de la comunidad se lo llevo el nahual, pero gracias a que su perro lo defendio, pudo regresar a su casa.

Para conocer cómo se formó este pueblo se acudió a Calle Real, en busca de informantes clave los cuales fueron: el delegado municipal Luis Álvarez Tranquilino y otros vecinos, quienes comentaron que el pueblo se formó al establecer varias viviendas rurales tanto en el ejido como en la propiedad, pues del lado oeste es ejido y del lado este es propiedad.

Una de las primeras construcciones fue la escuela rural, construida de adobe, fundada en 1960, que recibió el nombre de Ignacio Allende y actualmente es la delegación municipal. Actualmente se cuenta con la escuela primara “Ignacio Allende”, la telesecundaria “Alfredo del Mazo Vélez” y el Kinder “Juan de la Barrera”.

Calle Real es una comunidad agrícola, en donde predominan los cultivos de maíz, frijol, haba, avena para el ganado y el cultivo del maguey para la producción de pulque. También se aprovechan las pencas para el combustible y se usa el ixtle del maguey para hacer ayates. Actualmente se está construyendo la iglesia del pueblo, se festeja a la virgen de los dolores el 15 de septiembre de cada año. Existe un panteón comunitario que comparten los pueblos de Calle Real, la Cañada, Cerrito del Panal, y loma Alta.

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